Asturias con el Papa

Peregrinación de los jóvenes del Camino Neocatecumenal de Asturias, con el Papa Benedicto XVI, a diversos lugares: Tierra Santa (Israel), Fátima, Düsseldorf (Alemania),JMJ Madrid 2011 y JMJ Rio de Janeiro 2013.

Hemos cambiado de página web. Puedes leer el blog para la JMJ Rio 2013 aquí: http://asturiasconelpapa.hol.es/

El Papa anuncia el lema de la próxima JMJ 2013 de Río
“Id y haced discípulos a todos los pueblos”

lunes, 8 de noviembre de 2010

Asturias peregrina a Santiago

Las calles de la capital gallega eran ayer un hervidero de gente, con un denominador común en un 90% de los casos: la bandera blanquiamarilla del Vaticano, presente en bufandas, pañuelos, y hasta gorros daban fe (nunca mejor dicho) de que allí ocurría algo grande. En este caso, la devoción y masas que arrastra Benedicto XVI no puede dar lugar a la duda. El pontífice llegó al centro urbano de Santiago alrededor de las 13.30 horas. Mucho antes, a las 5.45 se ponía en ruta una delegación asturiana de 80 miembros del Camino Neocatecumenal y la parroquia del Carmen de Oviedo. Gente en su gran mayoría de menos de 25 años, pero también personas mayores cuyo esfuerzo era «peregrinar a Santiago como seguidores de Jesucristo». Y no de Kiko Argüello, «no nos gusta, en general, que nos denominen así, suele ser peyorativo», explicaba María Vallejo, neocatecúmena de 50 años que asegura que «la fe me ha abierto caminos antes insospechados». Se refiere a que «la primera vez que vine a Santiago pedí al santo que me permitiese tener hijos». Ahora tiene siete, junto a su marido Miguel, y son «más felices que nunca». Como el resto de la comitiva, que desde la madrugada daba prueba de ello, ya que en el mismo autobús los chicos cantaban canciones de Melendi, de Los Chichos, de Shakira y, claro, de misa. «Somos creyentes, la fe es un don de Dios que compartimos con alegría en esta peregrinación», señalaba Vallejo con una sonrisa.

También Francisco Luque, un católico no adscrito a más grupos que su parroquia, manifestaba la importancia de este viaje. Pero con matizaciones: «No le pido nada especial al santo», explicaba. «Yo me he acostumbrado a que la gracia se da si quiere la Providencia, no si se busca a toda costa». ¿Desengañado? «Más bien un poco escéptico, pero solo con este aspecto de la fe», responde con una sonrisa, añadiendo que «venir a Galicia es de por sí muy bonito, me recuerda a Salas, donde recibí la comunión hace 50 años», rememoraba.

Realmente, la mañana hacía honor a la región vecina. Bruma, bosques, llovizna, mucho verde y gris, la sombra de los hórreos al borde de la carretera y, al fin, un sol tímido que disipaba dudas. «¡Igual no llega el avión del Papa si no levanta esta niebla!», dijo alguien en voz alta al llegar a la provincia de La Coruña. «¡Noooooooo!», gritaba el pasaje a una sola voz. Y con cánticos, impresiones y alguna oración, llegó la comitiva a Santiago, con más de un desvío improvisado y un retraso que hacía a alguno comerse las uñas.

La situación era de máxima expectación, y el amplio despliegue policial así lo atestiguaba. Banderas de toda España, y de aún más allá de Finisterre jalonaban la ciudad. Y muchas del Principado. «Asturianos ¡Somos la juventud del Papa!», gritaban al reconocerse los grupos. Aquello era una fiesta. Y el momento se acercaba. Para el grupo llegado desde la parroquia del Carmen y para otros muchos que salieron de Asturias, como como las 50 jóvenes y sus familias del club gijonés Enalba, los 25 del club Montealegre o el medio centenar de miembros del club universitario Noval.

Mientras los neocatecumenales se reunían en la plaza de Los Irmandiños para rezar los laudes, las sirenas y los coches aullaban. Emoción en las voces y expectación en los rostros. Pero solo era un automóvil con miembros de la curia, porque el papa Ratzinger se iba a hacer esperar. «Todos a cantar, chicos», gritaba Chema Ramos, coordinador del grupo ovetense, guitarra en ristre y canciones de iglesia a voz en cuello. Corrillos, jaleos en pro de Cristo y la Iglesia... Una traca, un buen rato de canciones y otra vez sirenas. «¡¡¡Es él!!!», se oía. Solo tres segundos de visión del célebre 'papamóvil' y un gesto de bendición de Ratzinger fue suficiente. Las caras de satisfacción, el «¡¡¡le hemos visto!!!» y las llamadas al móvil para los que no pudieron venir fue el colofón a una espera de hora y media, más el viaje desde Oviedo.

Vueltos a formar en fila, el grupo se dirigió a reponer fuerzas en restaurantes del centro de Santiago. Otros se retiraban a descansar, porque a las 16.30 horas el pontífice decía misa en la Catedral. Ni un alfiler, todos los templos de Compostela llenos y equipados con pantallas algunas calles, la eucaristía de Benedicto XVI tuvo más seguidores que nunca en Santiago. «¡Ojalá vuelva pronto!», suspiraban algunos. La fe mueve montañas. O por lo menos, corazones.

Fuente: El Comercio

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