Experiencia de Pablo Martinez Serrano

Hace unas semanas me sugirieron que escribiera mi experiencia para la revista Buena Nueva, se la envié y la publicaron la semana pasada.

Buena Nueva es una revista que pretende iluminar aquellos temas de actualidad que preocupan a los hombre y mujeres del siglo XXI.Encontraréis espacios para toda la familia: catequesis para adultos niños y jóvenes, testimonios, experiencias, cuentos y anécdotas, entretenimiento... Todo para que puedas recibir la alegría y esperanza de la Buena Noticia de Jesucristo que es la única que trae la salvación a nuestra vida.

Este verano he ido a la Jornada Mundial de la Juventud en Sydney, gracias a que empecé este año a trabajar como Ingeniero en Informática y pude conseguir el dinero para ir. Empecé a trabajar en noviembre, tengo 25 años y procedo de una familia sencilla siendo, aún hoy el hermano mayor de nueve.

Fui a Sydney siguiendo el lema: "Recibiréis la fuerza del Espíritu Santo, que descenderá sobre vosotros, y seréis mis testigos" (Hch 1,8) con ello quiero decir que fui esperando recibir el Espíritu Santo y los dones que de él emanan, que tanta falta me hacen, sabiduría, entendimiento, ciencia, consejo, piedad, fortaleza, temor de Dios.

Viendo mi corazón, duro, incapaz de amar a los demás, incapaz de dar la vida, incapaz de perdonar, etc. me doy cuenta cuanto necesito a Dios. En otras Jornadas Mundiales de la Juventud he vuelto reconfortado, reconstruido, por eso esta vez tenía la certeza de que sería estupendo.

Fui a Australia con un grupo de jóvenes del Camino Neocatecumenal de distintas parroquias de Asturias, Cantabria y Burgos. Estuvimos 14 días, incluyendo el viaje, que dedicamos a los encuentros con el Papa y a evangelizar.

Ver a tantos jóvenes de todo el mundo que van hasta Australia, un lugar muy alejado, para recibir este espíritu, para ser testigo del amor de Dios, para fortalecer su fe es una de las cosas que mas me han ayudado en esta ocasión teniendo en cuenta que era un viaje muy largo, muy caro (más de tres mil euros) y que estábamos empleando nuestras vacaciones en peregrinar.

Sin embargo lo más grandioso de este viaje ha sido poder ser testigos. Ha sido fantástico porque un testigo, testifica, dice lo que ha visto y de igual manera nosotros que hemos sido testigos hemos ido anunciando lo que hemos visto, el amor de Dios, incondicional, que nos ama tal y como somos, en cosas concretas en mi vida y en cada vida de todos los que fuimos.

No es un Dios alejado, distante, indiferente, si no un Dios que se ha hecho carne en Jesucristo y del que hemos sido testigos en nuestra vida, viendo que la vida es una bendición, un regalo, que hemos sido resucitados de la muerte que producía en nosotros el pecado.

En mi vida, en concreto y con pocas palabras, viendo que a pesar de haber sido tartamudo, lo cual me causo bastantes sufrimientos de pequeño, a pesar de no entender de no querer ser el hermano mayor, por lo que ello conlleva, trabajo, responsabilidad, compartir, privaciones, etc. a pesar de lo injusta que me parecía mi vida todo tenia un sentido.

No me resultó fácil pero he visto, que donde no yo me quería, en lo que nadie me quería, ahí estaba Cristo, ahí el me amaba, ahí el sacaba la vida donde solo había muerte.

En todo lo que había buscado la felicidad, en el dinero, en el ser, en el tener, en el amor de los que me rodeaban, en la amistad, en todo ello sólo encontré vacío. Descubrí la felicidad en la iglesia, en una comunidad y en una familia cristiana.

Esto anunciamos en Sydney el amor de Dios, la salvación, la felicidad que todo hombre busca incisamente, y nos encontramos con experiencias estupendas, de personas que nos escucharon y quedaron conmovidas, como es normal, también muchos indiferentes pero nos regresábamos con el trabajo realizado haber sido testigos en Australia del Amor de Dios.

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