Asturias con el Papa

Peregrinación de los jóvenes del Camino Neocatecumenal de Asturias, con el Papa Benedicto XVI, a diversos lugares: Tierra Santa (Israel), Fátima, Düsseldorf (Alemania),JMJ Madrid 2011 y JMJ Rio de Janeiro 2013.

Hemos cambiado de página web. Puedes leer el blog para la JMJ Rio 2013 aquí: http://asturiasconelpapa.hol.es/

El Papa anuncia el lema de la próxima JMJ 2013 de Río
“Id y haced discípulos a todos los pueblos”

miércoles, 13 de mayo de 2009

Nazareth: Iglesia de San José o de la Nutrición

La tradición cristiana señala en Nazaret, además del lugar de la Anunciación, la iglesia de San José, denominada también de la Nutrición porque allí Jesús pasó los años de su vida oculta aprendiendo el oficio de su padre.

Chiesa della Nutrizione
Convento di Terra Santa
P.O.Box 23
16100 Nazareth
Israel
Tel. 04-657.25.01
Fax. 04-646.02.03
Horario de apertura del santuario:7.00 - 18.00


La tradición cristiana

Sabemos por parte del peregrino Arculfo (670) que en Nazaret “se encontraban dos iglesias, una en medio de la ciudad, colocada sobre dos arcos donde había sido construida la casa en la que Jesús vivió su vida oculta. Y, la otra, en el lugar donde se encontraba la casa en la que entró el ángel Gabriel y habló a María”. En el siglo XVI , Quaresmio habla de un lugar denominado por los nazarenos “Casa y taller de San José”, donde hace tiempo existía una iglesia dedicada al Santo. El lugar fue comprado por los franciscanos en el año 1754 y la iglesia actual fue construida sobre las ruinas de la antigua en el año 1914 por Fr. Vendelino Hinterkeuser. En las excavaciones fueron encontradas grutas, cisternas, parte de las habitaciones primitivas y una pequeña alberca con mosaicos y peldaños que se supone ser un antiguo baño ritual judío convertido en baptisterio.

La apócrifa Historia de José, el carpintero, narra la muerte y sepultura del padre putativo de Jesús, en Nazaret, describiendo cómo el mismo Jesús lo asistió y confortó en el momento del paso de esta vida a la eternidad. Sabemos también cómo algunos de sus parientes habían quedado en la ciudad, según nos cuenta el historiador judío-cristiano Egesipo (s.II ) y que Eusebio de Cesarea menciona en su Historia Eclesiástica: -“De la familia del Señor quedaban aún los sobrinos de Judas llamado hermano, según la carne, los cuales fueron denunciados como pertenecientes a la familia de David”. Ellos se defendieron delante del emperador Domiciano (81-96 de C.) mostrando sus manos encallecidas como consecuencia de sus trabajos en el campo y fueron puestos en libertad. Es de suponer que estos parientes del Señor hayan tenido parte importante en la conservación de los recuerdos cristianos en Nazaret.

El lugar

Baptisterio judío-cristiano o baño ritual judío

Texto bíblico

El anuncio a José

El nacimiento de Jesucristo fue así: - Su madre, María, estaba desposada con José; y antes de vivir juntos, resultó que ella había concebido en su seno por obra del Espíritu Santo. Pero José, su esposo, como era realmente bueno, y no quería denunciarla, determinó repudiarla en secreto. Y mientras andaba cavilando en ello, un ángel del señor se le apareció en sueños y le dijo: “José, hijo de David, no temas llevarte a casa a María, tu esposa, porque lo engendrado en ella es obra del Espíritu Santo. Dará a luz un hijo al que le pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados.” Todo esto sucedió en cumplimiento de lo que había dicho el Señor por el Profeta: -“He aquí que la virgen concebirá en su seño y dará a luz un hijo, y le llamarán Emmanuel” que significa “Dios con nosotros”. José, cuando se despertó hizo como le había ordenado el ángel del Señor y se llevó a casa a su esposa. Y hasta el momento en que ella dio a luz un hijo él no la había tocado; y él le puso el nombre de Jesús.
(Mateo 1,18-25)

Jesús y María asisten a José moribundo

“María, la pura, mi madre se levantó y penetró en el lugar donde se encontraba José. También yo me senté junto a sus pies y observaba las señales de la muerte que aparecían en su rostro. (…) Yo tomé su mano durante una buena hora. El me miraba y me hacía señales para que no lo abandonara. Entonces coloqué mi mano sobre su corazón. En aquel momento se acercaron los ángeles Miguel y Gabriel tomaron el alma de José y la envolvieron en lienzo luminoso. Así él exhaló el espíritu en las manos de mi buen Padre que la recibió!”
((Historia de José, el carpintero, 19.23)

El fiel padre putativo y custodio

Regla general de todas las gracias especiales concedidas a una criatura racional es que cuando la condescendencia divina escoge a alguno para concederle ya sea una gracia especial o un estado sublime, da a la persona escogida todos aquellos carismas que le son necesarios para cumplir con su misión. Naturalmente, estas cosas conceden también un gran honor a la persona escogida. Esto es lo que se verificó en San José, padre putativo del Señor Jesucristo y verdadero esposo de la reina del mundo y señora de los ángeles. El fue escogido por el eterno Padre como fiel custodio de aquellos dos grandes tesoros, su Hijo y su esposa y asumió este mandato con absoluta responsabilidad. Por lo que el Señor le dijo: -“Siervo bueno y fiel, entra en la alegría de tu Señor” (Mt.5,21).

Si colocas a San José ante toda la Iglesia de Cristo, él es el hombre escogido por medio del cual y bajo el cual Cristo fue introducido en el mundo de un modo ordenado y honesto. Si es verdad que toda la Iglesia es deudora con la Virgen Madre, porque fue considerada digna de recibir a Cristo por medio de ella, así en verdad después de ella debe a José un especial reconocimiento y reverencia. En realidad, él señala el fin del Antiguo Testamento y, en él, los grandes patriarcas y profetas consiguen el fruto prometido. Verdaderamente sólo él pudo gozar de la presencia física de aquel que la divina condescendencia les había prometido. Con toda certidumbre, en el cielo, Dios no le ha negado aquella familiaridad, aquella reverencia y aquella altísima dignidad que le mostró mientras vivía entre los hombres, como un hijo con su padre, más aún le ha encumbrado hasta la máxima perfección.

(San Bernardino de Siena “Discurso sobre San José”)

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