En el Evangelio ninguna ciudad es mencionada más veces, después de Jerusalén, que Cafarnaum. Jesús la convirtió en “su ciudad”, allí escogió a Pedro y a los demás apóstoles, allí cumplió numerosos milagros y allí pronunció, en la sinagoga, su discurso sobre la Eucaristía.
Convento Promessa Eucaristica
Minzar Terra Santa
P.O.Box 2257
14122 Tiberias
Israel
Tel.: +972. 4-672.10.59
Fax: +972. 4-671.59.06
Horario de visitas: 8.00-17.00
La tradición cristiana
“En Cafarnaum, de la casa del príncipe de los apóstoles, se hizo una iglesia y sus paredes permanecen hasta hoy como eran. Allí el Señor curó al paralítico. En aquel lugar existe aún la sinagoga en la cual el Señor curó al endemoniado y a ella se accede por muchos peldaños. La sinagoga está construida con piedras talladas”. En este texto del monje benedictino Pedro Diácono (s. XII) que toman noticias más antiguas atribuidas a la peregrina Eteria (s. IV) se recuerda lo esencial de la tradición cristiana en Cafarnaum, recuerdos que se refieren a la casa de Pedro y a la sinagoga. También el peregrino anónimo de Placencia (hacia el año 570) recuerda “la casa de Pedro es ahora una basílica”. A partir del período medieval las visitas fueron cada vez más difíciles por lo que se perdió hasta la localización del lugar. El mismo topónimo árabe Telhum no conserva sino una vaga asonancia con el antiguo nombre hebreo de Kefar Nahum.
El primer edificio en ser excavado por el inglés C. W. Wilson en el 1866 fue la sinagoga. En el 1894 la Custodia de Tierra Santa compró la propiedad de las ruinas y nuevas excavaciones fueron llevadas a cabo por los arqueólogos H. Kohel y C. Watzinger (1905), por Fr. Wendelino Hinterkreuser (1906-15) y del P. Gaudencio Orfali (1921). La fastuosa sinagoga que algunos consideraban del tiempo de Cristo y otros del período posterior (ss. II-III) fue completamente liberada de las ruinas y parcialmente restaurada. No muy lejos de la sinagoga se encontraron restos de una iglesia octogonal con mosaicos del período bizantino (ss. V-VI). Desde el 1968-1992 se llevaron a cabo nuevas excavaciones por los PP. Virgilio Corbo y Stanislao Loffreda.
La iglesia bizantina ocupaba un área (ínsula sacra - domus ecclesia) que contenía una sala venerada adaptada al culto y a la visita de los peregrinos en el siglo IV. La sala correspondía a un complejo habitado ya desde el siglo I antes de Cristo fue reservada a actividades de carácter religiosos por parte de la primera comunidad judío-cristiana de Cafarnaum ya a partir del siglo I. Del ambiente doméstico original que la antigua tradición identificó con la Casa de Pedro, el mejor conocido es el recinto norte dotado de fogón para cocinar, de escaleras para subir a la terraza y aperturas que conducían a diferentes pequeñas habitaciones. Una puerta principal daba acceso a la calle. Sondeos llevados a cabo bajo el pavimento de la sinagoga monumental han permitido confirmar la construcción del siglo V pero al mismo tiempo la evidencia de antiguas construcciones sinagogales en el mismo lugar llegando la más antigua al siglo I.
Tanto alrededor de la sinagoga como de la iglesia han sido excavadas numerosas casas pertenecientes a la antigua ciudad con restos que remontan al período persa (s. V a.C.) y al periodo del bronce (ss. III-II a. C.).
En el año 1991 ha sido inaugurado el nuevo memorial (arq. I. Avetta), con la finalidad de proteger los antiguos restos arqueológicos de la Casa de Pedro y de permitir la renovación del culto cristiano.
El lugar
1. Restos de la Casa de Pedro y de la iglesia bizantina.
2. Habitaciones de Cafarnaun pre- y post-romanas.
3. Sinagoga (ss. IV-V de C.).
4. Convento franciscano.
5. Mosaico de la iglesia octogonal.
6. Restos arquitectónicos pertenecientes en gran parte a la sinagoga.
Plano asonométrico de la ínsula sacra del IV siglo.
Textos bíblicos
Jesús en Cafarnaún
Llegan a Cafarnaún. Al llegar el sábado entró en la sinagoga y se puso a enseñar. Y quedaban asombrados de su doctrina, porque les enseñaba como quien tiene autoridad, y no como los escribas.
Había precisamente en su sinagoga un hombre poseído por un espíritu inmundo, que se puso a gritar: “¿Qué tenemos nosotros contigo, Jesús de Nazaret? ¿Has venido a destruirnos? Sé quién eres tú: el Santo de Dios.” Jesús, entonces, le conminó diciendo: “Cállate y sal de él.” Y agitándole violentamente el espíritu inmundo, dio un fuerte grito y salió de él. Todos quedaron pasmados de tal manera que se preguntaban unos a otros: “¿Qué es esto? ¡Una doctrina nueva, expuesta con autoridad! Manda hasta a los espíritus inmundos y le obedecen.” Bien pronto su fama se extendió por todas partes, en toda la región de Galilea.
Cuando salió de la sinagoga se fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre; y le hablan de ella. Se acercó y, tomándola de la mano, la levantó. La fiebre la dejó y ella se puso a servirles.
Al atardecer, a la puesta del sol, le trajeron todos los enfermos y endemoniados; la ciudad entera estaba agolpada a la puerta. Jesús curó a muchos que se encontraban mal de diversas enfermedades y expulsó muchos demonios. Y no dejaba hablar a los demonios, pues le conocían.
De madrugada, cuando todavía estaba muy oscuro, se levantó, salió y fue a un lugar solitario y allí se puso a hacer oración. Simón y sus compañeros fueron en su busca; al encontrarle, le dicen: “Todos te buscan.” El les dice: “Vayamos a otra parte, a los pueblos vecinos, para que también allí predique; pues para eso he salido.” Y recorrió toda Galilea, predicando en sus sinagogas y expulsando los demonios.(Marcos 1,21-39)
Curación de un paralítico
Entró de nuevo en Cafarnaún; al poco tiempo había corrido la voz de que estaba en casa. Se agolparon tantos que ni siquiera ante la puerta había ya sitio, y él les anunciaba la Palabra. Y le vienen a traer a un paralítico llevado entre cuatro. Al no poder presentárselo a causa de la multitud, abrieron el techo encima de donde él estaba y, a través de la abertura que hicieron, descolgaron la camilla donde yacía el paralítico. Viendo Jesús la fe de ellos, dice al paralítico: “Hijo, tus pecados te son perdonados.” Estaban allí sentados algunos escribas que pensaban en sus corazones: “¿Por qué éste habla así? Está blasfemando. ¿Quién puede perdonar pecados, sino Dios sólo?” Pero, al instante, conociendo Jesús en su espíritu lo que ellos pensaban en su interior, les dice: “¿Por qué pensáis así en vuestros corazones? ¿Qué es más fácil, decir al paralítico: «Tus pecados te son perdonados», o decir: «Levántate, toma tu camilla y anda?» Pues para que sepáis que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados - dice al paralítico - : «A ti te digo, levántate, toma tu camilla y vete a tu casa.»” Se levantó y, al instante, tomando la camilla, salió a la vista de todos, de modo que quedaban todos asombrados y glorificaban a Dios, diciendo: “Jamás vimos cosa parecida.”(Marcos 2,1-12)
El pan de vida
Al día siguiente, la gente que se había quedado al otro lado del mar, vio que allí no había más que una barca y que Jesús no había montado en la barca con sus discípulos, sino que los discípulos se habían marchado solos. Pero llegaron barcas de Tiberiades cerca del lugar donde habían comido pan. Cuando la gente vio que Jesús no estaba allí, ni tampoco sus discípulos, subieron a las barcas y fueron a Cafarnaúm, en busca de Jesús. Al encontrarle a la orilla del mar, le dijeron: “Rabbí, ¿cuándo has llegado aquí?”
Jesús les respondió: “En verdad, en verdad os digo: vosotros me buscáis, no porque habéis visto señales, sino porque habéis comido de los panes y os habéis saciado. Obrad, no por el alimento perecedero, sino por el alimento que permanece para vida eterna, el que os dará el Hijo del hombre, porque a éste es a quien el Padre, Dios, ha marcado con su sello.” Ellos le dijeron: “¿Qué hemos de hacer para obrar las obras de Dios?” Jesús les respondió: “La obra de Dios es que creáis en quien él ha enviado.” Ellos entonces le dijeron: “¿Qué señal haces para que viéndola creamos en ti? ¿Qué obra realizas? Nuestros padres comieron el maná en el desierto, según está escrito: «Pan del cielo les dio a comer.»” Jesús les respondió: “En verdad, en verdad os digo: No fue Moisés quien os dio el pan del cielo; es mi Padre el que os da el verdadero pan del cielo; porque el pan de Dios es el que baja del cielo y da la vida al mundo.” Entonces le dijeron: “Señor, danos siempre de ese pan.” Les dijo Jesús: “Yo soy el pan de la vida. El que venga a mí, no tendrá hambre, y el que crea en mí, no tendrá nunca sed.”(Juan 6,22-35)
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